EL DESPERTAR DE VINCENT

Mis ojos se han abierto de repente, casi sin voluntad propia. Sé que algo va mal pero estoy aturdido y no soy capaz de reaccionar, pensar con claridad. Estoy tirado en el suelo con cosas encima de mí, que me cortan la respiración. Con mucho esfuerzo y torpeza, me intento incorporar y analizar mi entorno, estoy asustado y rabioso al mismo tiempo, necesito saber qué pasa. Me encuentro en la cocina de mi casa, está destrozada y hay mucha sangre esparcida por el suelo y las paredes. Escucho de fondo un siniestro y escandaloso alboroto en la calle, pero a duras penas puedo distinguir de qué se trata, ya que el sonido llega hueco, como si todo estuviera lejos y me pitan fuertemente los oídos. Con dificultad, me pongo de pie y veo a través de la ventana como la gente grita y corre aterrada entre escombros, humo y fuego, a la vez que es perseguida por otras personas. Con las funciones locomotrices mermadas, salgo de la cocina y me dirijo sin rumbo fijo, deteniéndome en la puerta del salón. Mientras me tambaleo y mi cuerpo comienza a sufrir temblores y espasmos, me percato de que estoy sangrando abundantemente por una herida en el cuello. Mis brazos y manos han tomado un extraño color azulado y tengo un frío que jamás sentí. El estómago me duele tanto que parece que me va a reventar. Entonces, escucho unos gemidos acompañado de la repetición de un nombre que me es más que familiar, Vincent. Doy unos pasos más allá y me adentro un poco más en el salón, está todo revuelto y los muebles en el suelo, también hay sangre por doquier. Busco el origen de esa voz que casi seguro que conozco, pero no sé de qué, pues cada vez estoy más y más espeso y torpe. Pero al fin doy con ella. Debajo de una gran estantería, hay una mujer, mi mujer, lo recuerdo, pero no su nombre. De repente, un terrible instinto de supervivencia me acelera por un momento y me acerco, ella sigue repitiendo lo que parece ser mi nombre, aunque no acabo de recordarlo por completo. Me arrodillo y comienzo a quitar pedazos de la estantería, libros y otras cosas de encima de ella, con ansiedad y violencia, hasta que puedo verla con claridad. “Ayúdame Vincent” me suplica. Pero, por alguna razón, no puedo articular palabra alguna, solo puedo agarrar sus brazos con fuerza y tirar de ellos. Cuando por fin la libero de los escombros, la ira y un hambre atroz se apodera de mí. Sin voluntad, comienzo a devorarla entre gritos, sangre y lágrimas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario